MÁS BRILLANTES QUE LAS LUCES DE UN ÁRBOL DE NAVIDAD, MÁS RESPLANDECIENTES QUE UNA ESTRELLA NAVIDEÑA Y MÁS ÁCIDAS Y DULCES QUE EL TAMARINDO.


 ¡Que estas fiestas te encuentren PARADA! La Navidad no es solo para comer hasta explotar y sobrevivir a las preguntas incómodas de los familiares (que nunca faltan):
 • “¿Y el novio?”
 • “¿Se separó?”
 • “¿La cogió el tren?”
 • “Mija, muévase, que Peranita está acabada…”
Y así, ¡dale! 🤣
Por eso siempre digo: las fiestas son el mejor escenario para recordarte quién eres. No es solo el vestido ni el maquillaje (aunque, obvio, deben ser impecables). Es tu energía, tu seguridad y ese “¡Eh, qué es lo que tiene esta!” que hace que las demás te miren y piensen: ”¿Qué se tomó esta mujer para estar tan espectacular? Yo quiero.”

Esta no es una noche para “encajar”. Si te gusta el brillo, métele más lentejuelas. Si odias los tacones, ponle onda a tus flats. Y si alguien te dice que “es demasiado”, sonríe y piensa: “Demasiado es justo mi estilo.”

Paz y fiestas no siempre van juntas, pero divertite y no te amargues. Hay cosas peores. ¿La tía, la amiga, la metida, la “amiga  querida”, y los demás tienen una opinión sobre tu vida? Sonríe, brinda, y cambia de tema a la velocidad de un chiste malo. ¿Se rompieron los adornos? Haz como si no te importa (aunque OBVIO sí te importa, pero ya te reirás mañana).

Y recuerda: cuando entres a las magníficas galas decembrinas, hazlo con estilo, con presencia y con toda la actitud de decir: “¡Llegó la alegría de la fiesta!”

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