Vivimos en la era de la opinión gratuita.
Donde la gente cree que porque algo se le ocurre… tiene que decirlo.
Y peor aún: cree que tiene el derecho divino de opinar sobre tu vida.
— “¿Por qué no haces más de eso?”
— “Tú serías millonaria si te metieras en eso.”
— “Yo no entiendo por qué tú, con ese talento, no haces esto o aquello.”
Y tú por dentro pensando:
“¿Y yo por qué tengo que hacer lo que a ti te parece brillante?”
Si sabes hacer muchas cosas, entonces mínimo deberías estar monetizando tu existencia.
¿Y mi deseo? ¿Eso no cuenta?
Tener talento no te obliga a hacer espectáculo.
Que se te dé fácil conectar no significa que quieras hacerlo todo el tiempo.
Y ser capaz de algo no significa que lo quieras vivir.
Así que:
Dejen de proyectar en otros lo que ustedes no se atreven a hacer.
Dejen de querer manejar la vida ajena como si fuera un reality.
Y, sobre todo, dejen de pensar que opinar es ayudar.
Porque a veces opinar sin que te lo pidan no es ayudar: es invadir.
Pupi, la que ya no acepta sugerencias gratis.
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