Y con ustedes… taratatán TA TAN tatááán: otra palabra de moda (me caen mal las palabras de moda).
Pero esta sí que me llega: BURNOUT.
Y cómo no, si tengo la agenda llena, debo estar en forma, revisar el armario para no repetir outfit — ¡ojo! No vaya a ser que repita el vestido que me puse para un evento que hice hace tres años, con una publicación el 30 de abril del año 2022, con cuatro likes y sin comentarios.
Pero en tu mente sigue clavada la escena, de pies a cabeza: sonrisa inmaculada y spot que no deja ver un día malo.
Lo que nadie dice es que, detrás de tanto brillo, hay muchas mujeres que ya no brillan — solo se reflejan en lo que los demás quieren ver.
¿A qué horas? Me incluyo.
Si repite vestido Doña Letizia Ortiz… ¡juá! ¿No lo va a repetir la Pupi?
Y ahí vamos, creando un cansancio sobre el cansancio que ya tenemos, por cosas vacías.
Entonces llega el mindfulness, la “vibra en gratitud”, la “abundancia”… palabras que se repiten como un rezo moderno, pero que se sienten huecas cuando no hay alma detrás.
Se volvió normal disfrazar el agotamiento con hashtags positivos.
Ya no se permite ser humana: hay que ser “consciente”, “alineada” y, ojalá, perfecta sin que se note el esfuerzo.
¡Ah, cómo le parece!
Y cuidado con hablar en negativo… porque el universo te escucha.
Todo huele a imposición.
Meditas, haces journaling, comes sano, vibras en positivo… y de todo.
Pero por dentro estás igual: corriendo detrás de tu famosa #MejorVersión (que con cincuenta años llevo corriendo detrás de ella… y como que ella va más rápido).
Y no descanso.
Brillar sin pretensiones es aprender a ser tú y mostrarte como eres, sin miedo. ¡No pasa nada!
Es saber que la ropa no te da poder, te lo recuerda.
Es aceptar que repetir un vestido no es un fracaso estético,
Y que te recuerden por quien eres —y por qué no, también por lo que llevabas puesto—, porque ese vestido brillaba… porque tú lo lucías, aunque te lo hayas puesto más de cien veces.
Entonces, conclusión pa’ irme:
Linduritas, a veces lo más sensato que puedes hacer es no tener que justificarte y dejar de aparentar.
Al fin y al cabo, estar presente en lo que realmente importa es lo que cuenta.
Y eso… ¡si BRILLAAA !
Pero sin pretensiones.

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